La Producción
del silencio
"Detrás de cada texto hay una línea borrada que
habla de L."
Beatriz Preciado
El silencio pasa desapercibido, se impone sin que nos demos cuenta, nos encontramos ya circunscritos a él, es como una cárcel invisible cuyas paredes no podemos tocar y que a menudo se nos presenta como engañosa libertad bajo fianza. El silencio es el espacio invisible que nos rodea, la condición de nuestra existencia, y aún los más fieros rompedores de armarios se tropiezan con el silencio de forma constante.
El silencio es el campo de ambigua libertad en el que se pacta el acuerdo tácito con la sociedad para que se nos tolere mientras no seamos visibles. Es el límite constitutivo de los cuerpos del reverso y del espacio en el que discurre su existencia. Desde el silencio se ha ofrecido resistencia al régimen heteronormativo y en él se han fraguado los discursos del reverso. El silencio se graba día a día y minuto a minuto en nuestros cuerpos dándoles forma, y delimitando el espacio vital invisible y forzoso, un espacio dentro del espacio por antonomasia, el normativo. Es la condición que garantiza que lesbianas y gays no accedan a un discurso propio, el único terreno en el que el "homosexual" está autorizado a moverse, de ahí el rechazo que producen los discursos en primera persona de gays y lesbianas. Somos son el silencio necesario para la preservación de un régimen.
silencio=muerte
Act Up
La metáfora de la muerte no sólo se hace realidad en el contexto del SIDA, en el que Act Up creo la ecuación silencio=muerte, sino también en los asesinatos homófobos que confirman la voluntad social de silenciar, se inscriben en la misma ejecución del poder implícito. Pero sobre todo se plasma en los estudios sobre suicidio y marginación -sobre todo adolescente, donde se revelan tasas de tres a cinco veces más altas de suicidio que entre heterosexuales. Se trata del régimen de silencio en el que el colapso de la personalidad es la realidad efectiva del silenciamiento: la imposibilidad de articularse con referencia a algo, la imposibilidad de "ser", la negación del acceso a una identidad, a una voz.
"¿Qué debe permanecer silenciado para que los regímenes discursivos contemporáneos continúen ejerciendo su poder?"
La cuestión de por qué los gays y las lesbianas somos tan sumisos al silencio parece que tiene que ver con la sensación de que "no hay nada que hacer", de que todo "marcha" sin mayor problema, o acaso el "problema" está ahí pero de un modo que no nos es posible definir un problema invisible. ¿Cuáles son los mecanismos de poder por los que se sofoca todo sentimiento de urgencia ante lo que nos rodea?
"El silencio y el secreto abrigan el poder, anclan sus prohibiciones; pero también aflojan sus apresamientos y negocian tolerancias más o menos oscuras." "El poder es tolerable sólo con la condición de enmascarar una parte importante de sí mismo. Su éxito está en proporción directa con lo que logra esconder de sus mecanismos."
El silencio está siempre presente pero pasa inadvertido. La eficacia de la censura implícita reside precisamente en su ilegibilidad: una forma implícita de poder que ningún individuo ha definido jamás -es más bien resultado de procesos históricos y colectivos- que se obedece de forma inconsciente, que produce ciertos tipos de sujetos y sus contextos, los regímenes discursivos dentro de los cuales el sujeto existe o es sometido al silencio. "La censura produce regímenes discursivos a través de la producción de lo impronunciable" , de lo que debe ser relegado al silencio. Se trata pues de modalidades de poder productivo que posibilitan la existencia de ciertos tipos de ciudadanos e imposibilitan la de otros, creando formas de ciudadanía definidas por aquello que excluyen, el silencio que generan. Que la heterosexualidad no necesita pronunciarse de forma explícita -incluso sus más agresivas o pomposas manifestaciones tienen el carácter de norma y de "naturaleza"- se debe a que se impone de forma implícita y se reproduce a través de los mismos rituales que reproducen el silencio, una hegemonía silenciosa y por ello tanto más efectiva. De hecho entre las dos formas de censura, la implícita y la explícita, la primera es sin duda la más eficaz puesto que pasa desapercibida, mientras que la explícita se expone, se hace visible en el discurso público y por tanto es susceptible de ataques, despierta la ira de los que son objeto de censura. En la tácita imposición del poder está el secreto de su éxito ya que pasa inadvertido. La censura implícita sofoca la ira en la raiz, ahoga cualquier sentimiento que pudiese llevarnos a romper el silencio, a la toma de la palabra; el poder implícito garantiza nuestra sumisión al silencio.
La cuestión de cómo se ha construido el régimen del silencio es compleja y tiene que ver probablemente con procesos históricos y colectivos. La historia de la medicalización es una historia del silencio, -del delito a la enfermedad- de la forma en que se han producido sujetos que no tienen derecho a tomar la palabra sino solamente a ser interpelados desde el exterior, a ser clasificados. Se han construido así unos cuerpos que están por principio reducidos al silencio, que invocan el tabú, reproducen lo prohibido. Y aunque la "gaya ciencia" haya invalidado esos conceptos su fantasma alimenta el halo de lo impronunciable en el imaginario colectivo.
Clasificar las leyes del silencio, las estrategias y discursos por los que se produce y reproduce y sus ámbitos de acción es estudiar los mecanismos de la censura productiva, que actúa en círculos que se completan a través de la repetición. Los círculos de feedback en los que el silencio es producido y reproducido son muchos y difíciles de identificar aisladamente: En la cultura y la investigación, en el estado y las leyes, en la educación, los medios de comunicación, la vida cotidiana
Si la forma de silencio por excelencia consiste "simplemente" en ignorar y en la tácita imposición de las normas hegemónicas, hay toda una serie de discursos productores de silencio:
Los insultos tienen el poder performativo de reducir al silencio, el silencio es la consecuencia misma del insulto ya que el que es interpelado por un insulto no tiene opción a contestar. El objeto del insulto es la desautorización del interpelado y su constitución como sujeto desautorizado, así la interpelación culmina en una expropiación del lenguage, en un silenciamiento, da vida lingüística a ese sujeto circunscribiendo su campo de acción al silencio.
En la censura explícita hay muchos discursos que están directamente destinados a la producción del silencio, algunos ejemplos relevantes son la política del ejército americano Don´t ask / don´t tell en la era de Clinton, que Judith Butler analiza en Palabra Contagiosa, o las leyes que prohiben que información sobre la homosexualidad se imparta en las escuelas, como ocurre en Gran Bretaña, cuestión que en los momentos en que se escriben estas líneas está generando una importante polémica. Que en la educación no solo se ignore "la homosexualidad" sino que se prohiba hablar de ella es significativo y guarda relación con lo que Judith Butler llama la metáfora del contagio: la pronunciación o visibilización de la homosexualidad rompe el tabú por el que la homosexualidad se reprime en el ámbito social, al romperse el tabú aquello que este contiene se hace contagioso, libera los deseos de forma incontrolable, implicando a los que lo presencian o escuchan en esa misma "homosexualidad". Este mecanismo del tabú y de la represión de la homosexualidad destinado a preservar una cierta forma de ciudadanía y de sentimiento social está en el fondo de todos los discursos productores de silencio.
La censura implícita está en la médula de los silencios de la "vida cotidiana", en los discursos que definen lo que puede ser expresado en el ámbito público, discursos que condenan las "manifestaciones visibles" de "homosexualidad" -donde esta se plantea como un término contradictorio: como condición y como acto- por ejemplo las muestras de afecto en público o las autodeclaraciones, las salidas del armario, cuestionadas según el argumento que reduce "la homosexualidad" a algo que debe permanecer en la esfera de lo privado. En todos estos discursos silenciadores opera la metáfora del contagio.
Otros discursos implicados en la reproducción del silencio son los que circunscriben a lesbianas y gays en franjas de ciudadanía parcial vetando el acceso a un espacio. La regulación de ciudadanías restringidas, como en la ley de parejas de hecho, se ve como un potencial peligro, como paso hacia una apropiación de espacio en "la ciudadanía" (sin restricciones) y por lo tanto se aboga por evitar cualquier forma de legislación, se aboga por el silencio total. Por eso el estado ideal para la sociedad heterosexual es aquel en que los gays y las lesbianas no figuran, no existen como sujetos susceptibles de legislación. Y paradójicamente es esa vida fuera de la ley la que ha hecho posible un paisaje de las diferencias, un reverso multicolor.
"El lenguaje obtiene su vida temporal solo a través de los actos de lenguaje que reinvocan y reproducen las condiciones por las que es posible."
El règimen del silencio se mantiene por reproducción performativa, por repetición de los rituales que lo definen y que asumimos en nuestros cuerpos, por la repetición de los actos que producen el silencio. Así, cada vez que asumimos el silencio contribuimos activamente a su reproducción y a la preservación del régimen homófobo. .
acción=vida rabia=acción
Act Up
"No hay oposición posible a las líneas que definen la exclusión salvo redibujando esas líneas."
La posibilidad de resignificar los rituales que reproducen el régimen de silencio constituye una posibilidad de redibujar las líneas de la exclusión y de acceder al espacio discursivo. El sujeto "homosexual" es habitualmente interpelado desde fuera, reducido al silencio por nombres injuriosos, o acaso en chistes y comentarios que presuponen la ausencia, el silencio. Al tomar él la palabra, pasando de objeto a sujeto, pone en relieve el silencio y cuestiona la hegemonía del régimen y los mecanismos de poder implícito por los que se impone.
"La expropriabilidad del discurso dominante constituye un lugar potencial de su resignificación subversiva." La articulación de los discursos del reverso es una toma de palabra, un acceso a la vida discursiva, una apropiación de autoridad. La apropiación del discurso en primera persona es un lugar estratégico desde el que cuestionar la estructura del discurso dominante.
La salida del armario es una ruptura del silencio con un poderoso potencial subversivo, una acción política que interrumpe los círculos de la reproducción del silencio. La contestación al insulto es también una forma de insurrección al romper el poder que el insulto tiene de silenciar al interpelado. La apropiación del insulto para designarse a uno mismo es una resignificación subversiva de ese acto de lenguaje.
Darle nombre a los paisajes del reverso, romper el silencio en el cual se han desarrollado, es invertir su sentido y cuestionar el anverso, quebrantar las normas que definen sus límites para trazar nuevos límites. Poner en relieve los mecanismos invisibles del poder implícito crea la posibilidad de cuestionarlo, de hacerlo visible, de reavivar la rabia que el silencio sofocaba, de conducir a la acción.
Pero el reto que plantea romper el silencio es que "no se trata de una simple asimilación de lo que ha sido excluido en los términos existentes, sino más bién la admisión de un sentido de diferencia en la modernidad en la que los elementos clave de su funcionamiento no estén asegurados de antemano"
J. d. V.
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